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Introducción a las prácticas ecofeministas en Abya Yala y occidente

Por: Mónica Michelle Sarabia-Razo



La historia que aprendemos es la dominación occidental en nombre del desarrollo y progreso. Se relatan las conquistas del hombre: sobre el fuego, los cuerpos (primero de aquellos sexuados como mujer, luego de otros varones esclavizados), de territorios y la naturaleza misma. Esta compulsión por apropiarse de los cuerpos continuaría hasta desarrollar una estructura hegemónica capitalista, patriarcal y colonizadora.

No todas las vertientes del feminismo consideran la ecología dentro de su análisis del sistema patriarcal. Fue hasta 1974, cuando la francesa Françoise d’Eaubonne, habla, por primera vez en el contexto occidental, de ecofeminismo. Según Alicia H. Puleo, “…es un intento de esbozar un nuevo horizonte utópico, abordando la cuestión medioambiental desde las categorías de patriarcado, androcentrismo, cuidado, sexismo y género” (2017, p. 212).

Sin embargo, en los territorios colonizados la resistencia se vive de forma diferente. Desde la invasión europea a Abya Yala – la región que sería nombrada América Latina por occidente -, las mujeres indígenas y negras han encabezado la defensa de la tierra y naturaleza. Por eso, el movimiento ecofeminista que se ha desarrollado en nuestro continente considera otras categorías de opresión, como la raza y la clase, elementos que feministas occidentales no tienen presentes.

Las violencias racistas, clasistas y sexistas son consideradas como la matriz de dominación, por lo que su propuesta a la crítica del sistema es anticapitalista, antirracista, anti-imperialista y antipatriarcal. De faltar alguna de esas consideraciones, se omite parte de la realidad que viven las personas afectadas por estos tipos de opresión.

El objetivo principal de este artículo es ofrecer una introducción a las posturas de mujeres y feministas respecto a la defensa del medio ambiente mediante una teoría y praxis feminista. AsIí mismo, exponer de manera general la estructura patriarcal y capitalista hegemónica y su forma de relacionarse con la tierra y los cuerpos, principalmente de las mujeres.

Pese a que el pensamiento feminista (mal llamado tercermundista) proveniente de la periferia comienza a ser compartido entre las comunidades conformadas a lo largo y ancho del sur - siendo apropiado al contexto geopolítico particular -, y a ser conocido por algunas feministas de occidente, suele ser visto con inferioridad de parte de algunos círculos feministas hegemónicos.

Por supuesto que su posición al respecto padece de un sesgo occidental, que elige acudir a las instituciones y trabajar dentro del sistema. Mientras que las mujeres en Abya Yala resisten de forma más activa, pues están expuestas de forma más directa a la destrucción de sus territorios de parte de capitalistas racistas.

Pero algo en lo que pueden coincidir es que, para vivir en una sociedad justa, se precisa la construcción de una ética ecológica, horizontal, desmilitarizada y en la que el uso de la tecnología sea consciente y respetuosa del medio ambiente. Según d’Eaubonne, la destrucción del medio ambiente es resultado de la historia de dominación patriarcal[1].

El hombre siempre quiere más: expandir su influencia y control, sin considerar por un momento los efectos que este deseo pueda tener sobre lo otro, es decir, de aquello que no entre en la categoría de varón como él mismo. Lo que sí es de su interés, es idear las formas en que puede sacar provecho de su entorno; busca acumular ganancias a costa de la tierra y los cuerpos.

Así pues, construyeron la estructura que planearon incrustar en los territorios dominados: capitalista, patriarcal y colonizadora. Es dentro de este marco donde confluyen las diferentes fuerzas sociales que crean el mundo en el que vivimos; las decisiones y acciones realizadas en este contexto se verán atravesadas por estos factores, por lo que no se puede ignorar el clasismo, sexismo y racismo que impera en este sistema.

Especialmente en estos tiempos tecno-económicos, en los que el hombre le ha declarado la guerra a la vida, según lo dicho por Yayo en (2018) durante una ponencia. Lo vemos en el trato de la industria al medio ambiente, contaminando ríos y mares con desechos tóxicos, envenenando a las personas a través de los alimentos, en la utilización de la ciencia y la tecnología para la colonización espacial en aras del desarrollo y el progreso, mientras se extraen los minerales necesarios para la elaboración de tecnología de territorios relegados a la categoría de tercer mundo.

Como se mencionó con anterioridad, el hombre occidental ha conformado una matriz de dominación sobre el mundo material, fundamentándolo en teorías creadas por y para ellos, por lo que cada mujer es atravesada por esta de diferentes formas, dependiendo incluso del punto espacial y temporal que ocupan dentro de la estructura. Debido a esto, resulta erróneo pensar que el feminismo es un movimiento político homogéneo. No hay tal movimiento uniforme, pues no existe una mujer universal.

Así, surgen diferentes perspectivas en diferentes partes del globo, alimentando el pensamiento feminista, el cual tiene la obligación ética de escuchar las voces que han sido ignoradas por lo hegemónico, que sólo ha absorbido el discurso de mujeres blancas y aquellas que han decidido militar desde lo institucional, excluyendo la visión de aquellas mujeres racializadas que deciden no integrarse a la estructura estatal, pues es esta misma la que las ha alienado y marginado desde un inicio.

Estas diferencias entre las prácticas ecofeministas se pueden observar con claridad en la posición del ecofeminismo crítico, propuesto por Alicia H. Puleo, y en las desarrolladas en Abya Yala, donde las mujeres indígenas y negras luchan por la autodeterminación para cuidar sus tierras sin la obstrucción estatal y su negligencia ante la industria extractivista y la violencia de las guerrillas, grupos paramilitares y el crimen organizado. Mientras tanto, el ecofeminismo crítico, siendo de origen occidental, ve a las instituciones de la Unión Europea la guía para “las acciones de la sociedad hacia un desarrollo sostenible” (2017, p. 210).

Es por este contraste que resulta pertinente desarrollar en los próximos números un análisis detenido sobre el movimiento ecofeminista occidental, su desarrollo e historia. No para dirigir las acciones locales en esa dirección, sino para conocer por qué consideran apropiado acudir a las instituciones para realizar un cambio en el trato al medio ambiente. De igual manera, haría falta una exposición a conciencia de los cambios que ha atravesado el movimiento ecofeminista en Abya Yala, desde la teología ecofeminista hasta las resistencias de mujeres indígenas que buscan una nueva forma de organización, comunitaria y autónoma, libre de violencia estructural, política y criminal.

Comprender el origen de este contraste en la elección del camino de acción a tomar es fundamental para el movimiento feminista, pues abriría paso a entendernos desde la diferencia de contextos, latitudes y opresiones.

Citas

Puleo, Alicia H. (2017) ¿Qué es el ecofeminismo? Quaderns de la Mediterrània 25: 210 – 215.

Herrero, Yayo (2018) Miradas ecofeministas para revertir la guerra contra la tierra y los cuerpos. Curso de introducción al arte contemporáneo. Conferencia llevado a cabo en el congreso Fem Economia Feminista a La Nau, Valencia, España.

[1] Cfr. Eaubonne, Françoise d' (1974). Le féminisme ou la mort . Femmes en Mouvement


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