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¡La resistencia no se detiene!

La labor feminista durante la pandemia


Por: Michelle Sarabia Razo


El 8 de marzo del presente año, múltiples manifestaciones organizadas por mujeres mexicanas se dieron en distintos puntos del territorio. Hecho que muestra la creciente labor feminista por descentralizar el movimiento. Como feminista que hace su vida en la llamada provincia, celebro estos esfuerzos, pues reconozco que la atención se ha concentrado en la capital del país, relegando al olvido lo que acontece en la periferia.

Poco tiempo después de la conmemoración del día Internacional de la Mujer Trabajadora, la amenaza de un virus diferente al que estamos acostumbradas (la misoginia) se hizo presente en el país. Es así como la administración federal, estatal y local mexicana decidieron declarar contingencia sanitaria por el COVID-19. Este evento detuvo la vida de miles de personas, paralizó al sector económico y las consecuencias de esta crisis mundial nos acecharán durante décadas.

La euforia vivida tras la participación cada vez más activa de las mujeres y feministas mexicanas en la defensa de nuestra autonomía vista el 8 de marzo, sufrió una caída ante la contingencia y el aumento de la violencia hacia la mujer pese al encierro. Puede que muchas se cuestionen qué sigue ahora o si el movimiento está suspendido en el tiempo hasta que podamos “regresar” a la “normalidad”. Por ello, el propósito de esta nota es retomar los esfuerzos realizados por distintas colectivas y feministas en estos tiempos pandémicos.

Antes de la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto al proyecto de reformar el código penal de Veracruz con relación al aborto, no se ha visto con la misma frecuencia a las mujeres organizadas tomando las calles, no obstante, continuamos la resistencia. ¿Cómo? A través de la divulgación de conocimiento en conversatorios, seminarios, círculos de lectura y talleres online (la mayoría sin costo alguno).

Estas actividades han permitido acercar la teoría y problemáticas feministas a más mujeres que no tienen espacios cercanos a los cuales acudir y compartir con otras mujeres interesadas en su emancipación. Han abierto las puertas a la discusión, la creación de conocimiento y han brindado herramientas de autoorganización, autogestión y autoconsumo mediante talleres. Asimismo, más mujeres acuerpan a otras víctimas de la violencia en el hogar, a mujeres que abortan en casa, a quienes necesitan levantar denuncias y diversos casos que requieren un acompañamiento empático.

He participado en distintos proyectos lanzados por colectivas feministas, las cuales son ejemplo de la labor organizada de mujeres, para mujeres. Por esto, veo necesario reconocer el trabajo realizado por estas agrupaciones, las cuales buscan la manera de alcanzar a más mujeres y presentarles las posibilidades que el feminismo puede abrir en sus vidas.

En la actualidad el movimiento feminista ha sido víctima de las prácticas patriarcales, occidentales y capitalistas en un intento de absorber la parte menos amenazante de esta con la intención de controlarlo desde adentro, sin verse realmente afectado, pues ese segmento no busca la destrucción del sistema, sino la aceptación de este. Conocer las bases y fundamentos del feminismo son elementales para la lucha diaria, de esta manera, se comparte un marco teórico que explica los cimientos con los que ha sido construido el movimiento a través de los siglos. Conocer estos principios ilumina aquellos preceptos discutidos por las feministas de décadas pasadas, y retoma sus ideas desde una perspectiva contemporánea acorde a las problemáticas que enfrentamos como mujeres mexicanas durante el siglo XXI.

Es por este motivo que resulta valioso el intento que se ha hecho desde estas colectivas, provenientes de diferentes latitudes del país, pues presentan visiones que suelen ser ignoradas por lo mainstream, como aquellas de mujeres indígenas, lesbianas, madres, negras, las que pasan por un proceso de detransición, por mencionar algunas. Y, de esta forma, se comparten saberes necesarios para un movimiento más sólido e incluyente entre mujeres que se reconocen desde la diferencia, pero con la misma meta: abolir el sistema patriarcal.

La teoría no se construye sólo desde la academia. Este no tendría que ser el único espacio para hacerlo. Teorizamos charlando con amigas, dentro de las universidades, acuerpando, haciendo activismo en las calles y comunidades, escuchando a nuestras madres y abuelas. No se limita a las hojas de un libro o un ensayo.

Los espacios de difusión, creación y expresión abiertos por colectivas como Asteria (Texcoco) y la presente revista Las Libres; Mujeres de la Sal (Oaxaca) con sus Jornadas Radicales, donde han abordado temas tan importantes como el feminismo para niñas; Colectiva Macheteras (Culiacán), que ha abierto las puertas de su círculo de discusión de teoría feminista y obras literarias escritas por mujeres; y Resistencia Radical Zacatecas con sus círculos de lectura sobre lesbofeminismo, crítica a la teoría queer y el ciclo de conferencias Distintas Realidades Radicales, son muestra de ello. Esto, sin obviar el hecho de que cada colectiva realiza estos esfuerzos mientras acuerpa de forma activa a mujeres de sus localidades.

Así, participan en el surgimiento de redes entre mujeres mexicanas (e incluso de otras partes del sur), que de otra forma no habrían podido ser formadas. Lo que más se rescata de este esfuerzo, es que se forma una comunidad que atraviesa a todas las mujeres, considerando su raza, clase y sexualidad, no para excluir, sino para tomar en cuenta las necesidades de cada estrato para alcanzar la liberación de nuestro sexo.

Así que no, la resistencia no ha acabado. Todo lo contrario, está tomando fuerza y nos estamos organizando. Ellos lo saben y nos temen. Por eso, compañeras, les pido que no olviden que juntas, lo vamos a tirar.




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