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De sombra a luz

Por: María Fernanda Valeiras Muradás

mfvaleiras@gmail.com


Una sombra caminaba a dónde se le indicaba. Caminaba de derecha a izquierda y de arriba abajo. Caminaba al ritmo que se le indicara y sin asomarse demás para no dejar de ser una sombra. Se sentía una especie de vacío, una vida en la sombra, una burbuja de talentos sin explotar, una vida de palabras sin decir y sin emociones expresadas. Una sombra que no aprendió a ser. Sólo aprendió a ir al ritmo que marcara el Sol. Todos los demás también se alineaban al ritmo que tocara el Sol, iban de la mano para todos lados, sombra estaba ahí. Sombra escuchaba y observaba. Sombra se fue. Sombra comenzó a recorrer nuevos caminos, comenzó a conocerse, sin que nadie lo supiera, en su departamento, ella se volvía solamente luz y la sombra se iba a dormir.


Al Sol no le gusta tener otra luz, Sol quiere brillar solo, Sol quiere los ojos en el y los de el en nadie. La luz se da cuenta que a veces podrá ser sombra y a veces luz. Sombra se va y se vuelve luz, no sólo en el departamento, también en la escuela. La gente busca a luz, ya no es penosa. Le gusta hablar, reír y decir sus opiniones. Se siente bien siendo luz, no extraña a sombra. Se dio cuenta que no quiere caminar de derecha a izquierda y de arriba abajo, quiere ir en una carretera muy larga con muchas subidas y bajadas. El Sol se enoja, no todos están alineados con el, cada quién comenzó a tocar sus propios ritmos. Todos creen saber mucho de luz. Todos creen que pueden ponerle adjetivos a luz, dicen que luz es inestable. Luz incomoda, es una luz distinta, no como la del Sol. Es una luz con la que quieres estar, quieres que esa luz te acompañe en el camino sombrío de la vida. La luz no es inestable, inestable el camino recorrido.




 
 
 

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