Por: Tessa Galeana
Nada como hablar de un tema que se encarna de manera personal. Normalmente se habla del amor romántico en las relaciones heterosexuales, por aquello de los príncipes azules, bajando la luna y las estrellas a las mujeres que conquistan, vemos la estructura violenta que esto conlleva y cuando entendemos qué es el amor romántico, podemos percibir cómo los hombres logran el control hacia las mujeres; sin embargo, en una relación lésbica no hay figura masculina (hombre), pero también se vive el amor romántico debido a los constructos patriarcales que nos han impuesto a partir de la heterosexualidad obligatoria. Las lesbianas replicamos prácticas y dinámicas que persiguen la lógica masculina: en nuestro imaginario, también tendemos a idealizar a otras mujeres y romantizamos las relaciones.
El amor lo entendemos como un acto de posesión, de pertenencia, de jerarquización, tal como nos lo enseña la cultura androcentrista, aunque una relación sexo-afectiva entre mujeres no es igual, ni comparable con las relaciones heterosexuales, también conlleva a perseguir acciones dañinas y dolorosas que tienen mucho que ver con el aprendizaje patriarcal sobre el amor y el deseo, mismo que nos lleva a estar inmersas en relaciones insanas con otras mujeres.
Me gustaría decir que tuve una relación lésbica maravillosa, pero no fue así, las lesbianas también perseguimos la heterosexualidad obligatoria, de modo que replicamos dinámicas que corresponden a las normas heterosexuales; aquellas que devienen de la identificación con lo masculino como eje de poder y control, que se convierten en un intento de réplica del régimen heterosexual impuesto y terminan por devastar nuestras emociones. Perseguir el amor romántico me sumió en la tristeza. Venía cargando en los hombros el tormento de la violencia psicológica, ella aplicándome el Gaslighting y en tan poco tiempo, había sido despojada de mí misma, tenía constantes crisis de ansiedad, mi tiempo había sido absorbido por la otra persona, nos estábamos mimetizando, era una forma de anulación de mí misma, de mis capacidades y deseos.
Desde que la relación inició, existió control y no me di cuenta porque la idealizaba, realmente creía que ella era la mejor mujer del mundo y que el amor estaba reflejado en todo lo que decía y hacía. No me di cuenta de que ejecutaba, cada vez más, su lógica masculina. Tenía la creencia de que las mujeres, al tener el mismo entendimiento sobre lo que conlleva ser lesbianas y de las violencias a las que estamos sometidas en este sistema patriarcal, no podían, en ninguna circunstancia, llevar a cabo esas prácticas violentas, pensaba que el amor romántico no era aplicable a nosotras por ser mujeres que gustan de otras mujeres.
Vaya que tuve mi lección, precisamente, vivir en un sistema patriarcal en el cual desde la infancia nos enseñan artilugios de amor, de conquista, de control en las relaciones, fomenta que nos encontremos inmersas en relaciones descontroladas, llenas de heterosexualidad obligatoria. Estaba inmersa en una constante preocupación por priorizarla, por entender sus emociones, por cuidarla, incluso, sin darme cuenta, la estaba maternando, yo debía procurarla y ella así lo exigía.
Pasé de ser dueña de mi tiempo, espacios y de elegir a mis amistades, a estar inmersa en constantes manipulaciones y chantajes que me alejaron de mí misma, así como de las personas con quienes me compartía afectivamente; las dinámicas, en lo privado, eran prácticamente ella comportándose como ‘el hombre’ y yo como ‘la mujer’, ella diciendo: “yo soy el vato rudo” y yo diciendo: “¿Qué te preparo de comer?”. Así como las clásicas frases: “soy tuya, sin ti no quiero vivir”, “si me amas, haz esto o aquello”, sin olvidar las escenas de celos y las frases que lo reflejan: “¿con ella me engañas?”, “¿por ella ya no me besas?”.
Recuerdo, con demasiada tristeza, el tiempo que ella deseaba de mí, me hizo darle todo mi tiempo, hablábamos a todas horas, en todo lugar, si yo no le respondía rápido, ella se molestaba, me inundaba de mensajes para saber por qué no respondía las llamadas, si yo quería hacer algo para mí, ejecutaba la manipulación para evitar que yo me alejara de ella, había perdido la libertad. Realmente fue una relación demasiado sufrible, tal como nos dicen: “el amor duele” y sí, cuando se ejecuta el amor romántico, duele, lastima, invade, posee, limita.
Es importante dejar de idealizar las relaciones, dejar de romantizarlas, destruir las normas heterosexuales que nos han habitado por mucho tiempo. Como lesbianas, lo importante no es identificar cómo estamos amando a otras mujeres, sino cómo estamos replicando el amor patriarcal, el que ejecutan los hombres a las mujeres y que no debería ser aplicable en nuestros vínculos sexo-afectivos. Es igual de importante aceptar que no todas las lesbianas son feministas, por lo que es necesario estar atentas al tipo de vínculos que estamos construyendo y con quiénes, eso nos permitirá descubrir si nuestra relación será sana o no, a manera de tomar decisiones que nos favorezcan y nos mantengan en un camino libre de violencia y libres de ese amor romántico que nos atrapa y nos devasta.
Glosario de Términos
Heterosexualidad obligatoria: Institución política que debilita a las mujeres, además de controlarlas tradicionalmente con mandatos religiosos e imágenes en los medios de comunicación y fortalecidas con legislaciones. Esta se ejecuta como régimen que beneficia a los hombres con múltiples privilegios materiales y simbólicos.
Lógica masculina: No es igual la psicología femenina que la masculina. Para el hombre es menos costoso que el amor y el deseo vayan separados (…) El hombre, para poder gozar de un objeto tiene que degradarlo y por lo tanto no puede coincidir en el objeto amoroso que es idealizado (…) En nuestra época nos estamos contagiando de la lógica masculina, pero acarrea a la larga grandes sufrimientos y decepciones.
Gaslighting: Patrón de abuso emocional en la que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Esto hace que la persona se sienta ansiosa, confundida o incluso depresiva.
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