Por: América Trejo
En este mes del amor y la amistad el tema de la revista Las Libres es el amor romántico, aquel que nos construye en un modelo doloroso del amor. Y consideramos fundamental realizar una crítica a esta creencia y, probablemente, no exista mejor ejemplo en el mundo del arte que Frida Kahlo (1907- 1954). Así que en este texto se hablará de algunas críticas que se le han hecho a la figura de la artista, las principales características de su obra y la razón por la cual no tenemos un panorama completo para su figura.
Se distingue a Frida Kahlo por cuatro pilares: su estética reconocible, su vida y obra, la relación que mantuvo con Diego Rivera (1886 - 1957) y la consideración de ser un icono feminista. En primer lugar, tenemos su estética que, si bien se puede simplificar en un par de cejas pobladas, bigote y flores en el cabello, también podemos agregar su vestimenta tehuana. En segundo lugar, es su vida inherente a su obra, al ser autobiográfica, plagada de figuras bidimensionales burdas, así como el uso de colores planos. Ésta ha sido catalogada dentro de la pintura naif al contar con una simplicidad en la forma y un abandono del academicismo; su obra también ha sido comparada con los ex votos mexicanos que se popularizaron durante el siglo XX, pinturas dedicadas a la divinidad en las que se incluían promesas o peticiones a un santo con el fin de obtener un beneficio.
Los tópicos de las pinturas de Kahlo son el dolor físico posterior a un accidente que la marcó de por vida, las numerosas cirugías que enfrentó, los abortos y la violencia que vivió en sus relaciones de pareja que también ofrecen un entorno trágico. La autora expresa sus sentimientos a través de conceptos, lo que es observable en algunas obras como en Diego y yo (1949) y Pensando en la muerte (1940), mismas que son similares al colocar un autorretrato en primer plano con un fondo bidimensional y en la frente sitúa a Rivera o a la muerte, dependiendo el caso, por lo que transmite el mensaje que sugiere el título “se piensa con la cabeza y ahí es colocado el pensamiento”. Por otro lado, tiene obras como Lo que el agua me dio (1938) que tratan más de un concepto a la vez y son complejas en cuanto a discurso, vemos muchos objetos y situaciones ocurriendo simultáneamente, una bañera con agua, un par de pies deformados, dentro de la misma se encuentra una isla con un volcán del que sale un edificio, un esqueleto y adelante una pareja que aparentemente son sus padres, una mujer desnuda, ropa flotando en el agua, aves y flores. El lenguaje simbólico que plantea brinda una riqueza en el discurso visual. De modo que las pinturas de la artista son tan variadas como peculiares.
En tercer punto es la relación que mantuvo con el pintor Diego Rivera, cuyo vinculo amoroso fue pregonado públicamente marcado por el abuso psicológico y físico, lo que hoy llamaríamos una relación tóxica o una relación basada en los mitos del amor romántico, por ejemplo, Kahlo en sus cartas demostraba a Rivera un amor incondicional y eterno, en cambio por parte de él, encontramos abuso psicológico al proceder desde una relación intermitente, las numerosas infidelidades incluso con su hermana menor de la artista y así, ambos fomentaron una codependencia que los caracteriza. La biografía y obra de Kahlo es vinculada al pintor, es decir, no goza de una autonomía. El último punto es que es considerada desde los años 80 como un icono feminista, pero también se le ha juzgado desde la relación que tuvo con Rivera, pues demostraba a una mujer sumisa ante el varón, actitud a la que el feminismo realiza una crítica y busca eliminar.
En estos cuatro elementos es posible englobar la figura de Frida Kahlo dentro del imaginario colectivo mexicano. Su figura es poco conocida dentro del activismo político mexicano en su inconformidad por la desigualdad, la injusticia, el racismo y el capitalismo por lo que miembro del Partido Comunista Mexicano y simpatizó con el marxismo, a su vez que defendió los derechos de los indígenas. Kahlo nació en el contexto de la Revolución Mexicana acontecimiento que marcaría su vida e ideología. Desafortunadamente existe poca información acerca de este capítulo en la vida de la artista, y por el contrario hay bastante de los puntos abordados anteriormente. Es innegable que resulta un error quitarle merito a su activismo a raíz de la relación que mantuvo con Rivera.
Finalmente, la obra pictórica de Kahlo puede gustar o no, se puede defender o acusar por sus relaciones amorosas, pero es necesario comprenderla desde su vida y su contexto: una mujer que desafió los estándares de belleza, intelectual, activista social, artista, bisexual, marxista, entre otras. Podemos entender a este personaje desde su propia manera de pictorizar su realidad, desde sus relaciones amorosas o desde su conjunto como lo sugiere este texto. Frida Kahlo es otra de las figuras que se tienen que volver a mirar y reestructurar en la memoria histórica colectiva.
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