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La discriminación a mujeres periodistas

Ser mujer periodista, en un país misógino y machista, representa trabajar arduamente por posicionarse en un gremio masculinizado; mujeres periodistas de renombre o independientes, tienen un camino espinoso que discrimina, amenaza, genera sufrimiento, cansancio, incluso puede terminar en un feminicidio.

¿Qué representa ser mujer periodista en México? ¿Cómo se llega a ser periodista consolidada en un país misógino y machista? Hablar de mujeres periodistas, significa hablar de esfuerzo constante, de contrariedades, algunas veces de buena fortuna, de figuras que se encuentran bien posicionadas con una ardua labor de investigación, crítica, denuncias, acreedoras de violencia extrema en un país que puede invisibilizar y/o silenciar la labor de las mujeres en el periodismo. Magdalena Mondragón (1913 – 1989), fue la primera mujer periodista en redactar nota roja para La Prensa y la primera mujer en tomar la dirección de La Prensa Gráfica. Carmen Aristegui, ha posicionado su particular visión crítica, que le ha valido despidos y constantes críticas de empresas de comunicación reconocidas. Lucía Lagunes Huerta, actualmente es Directora de Comunicación e Información de la Mujer A. C. (CIMAC). Elvira Hernández Carballido, se ha convertido en una de las mujeres periodistas referentes, con una trayectoria profesional desde 1987. Sara Lovera, reportera, editora, editorialista, coordinadora y directora de diversos medios desde hace 51 años. Lydia Cacho, periodista y escritora, conocida por su activismo como defensora de los derechos humanos, torturada y encarcelada por su trabajo de denuncia sobre el tráfico de personas y la explotación sexual de mujeres. Miroslava Breach Valducea (1963 – 2017), fue asesinada mientras se preparaba para llevar a su hijo a la escuela, una periodista “incómoda” por hablar sobre los frecuentes abusos en comunidades indígenas, señalar a los cárteles de la droga de imponer a presidentes municipales y, documentar la violencia en contra de ecologistas y defensores de derechos humanos. No se puede negar la constante e incesante participación de las mujeres en el periodismo mexicano, honor a quien honor merece, porque no es fácil posicionarse en un gremio que está permeado de masculinidades, en donde las mujeres, en muchas ocasiones, son discriminadas, bloqueadas, borradas e incitadas a perseguir estereotipos cómodos para ellos y normalizados por las mujeres. Sin duda, ser mujer representa trabajar arduamente para llegar a ser visibilizada en un medio en el que los estereotipos y los protocolos masculinos son fieles representantes del patriarcado, además de ser acreedoras de constantes señalamientos sobre los medios que, aparentemente, usan las mujeres para llegar a donde están, devaluando su capacidad y aludiendo a la corporeidad que “ofrecen” para obtener sus puestos. Empero, también existe un sector que no se ha podido posicionar, no todas las mujeres periodistas, se encuentran en medios de comunicación reconocidos, aunque sí hacen labor periodística. Hablar de periodismo como profesión, suele reproducir creencias colectivas sobre la labor en los medios de comunicación reconocidos, en los que una periodista, para poder ejercerla, debería trabajar en alguno de ellos. No hay nada más alejado de la realidad, ya que gran parte de las mujeres profesionales dedicadas al periodismo, se encuentran en medios independientes, trabajando por su cuenta, o bien, dedicadas a otra cosa totalmente alejadas de su profesión. Tener una licenciatura en periodismo, no es garantía para tener buen puesto, buen salario y qué decir de “la fama” que todo mundo piensa que eso representa. No ocurre esto con solo presentarse al área de Recursos Humanos para dejar un Currículo y ser considerada para una vacante. Las periodistas, en su mayoría, enfrentan el hecho de “no tener experiencia”, “no tener contactos importantes”, “no ser sobrina de algún ejecutivo”; es decir, se enfrentan al nepotismo persistente en el sistema. Además de la discriminación por la apariencia, que, sin duda, también es una determinante para ser contratada o no. Se sigue apelando por la reproducción de estereotipos femeninos, dándole más peso a la apariencia, que a la labor periodística. Por supuesto que hay muchas mujeres periodistas trabajando en medios de comunicación; sin embargo, no todas pueden acceder al campo laboral, por tratarse de mujeres que no cuentan con las características deseadas para los puestos, algunas de ellas, también se enfrentan a la discriminación por la edad, estado civil, lugar donde viven, así como a la falta de creencia en sus capacidades y talentos. Cabe mencionar que existe una diferencia enorme entre ser comunicadoras y ser periodistas, eso también es una confusión enorme, pues pareciera que ver a mujeres en lapantalla televisiva, en automático representa a todas las mujeres periodistas de México y eso también es falso. La discriminación no solo se vive fuera de los medios de comunicación, también se vive dentro de ellos, las mujeres tienen que realizar actividades que nada tienen que ver con su profesión, como la logística de eventos, preparar el café, hacer labor secretarial (agendas, cartas, bases de datos), que, en sí, no tienen nada de malo, pues es “trabajo remunerado”. Lo duro y difícil de esto, es cuando la mujer periodista busca escalar de puesto en puesto, muchos de ellos nada tienen que ver con su profesión, no le permiten adquirir experiencia y cuando por fin llega una oportunidad, no puede serconsiderada por no tener esa experiencia, la edad o bien, no tener afinidad con el equipo de trabajo o con el jefe/a. En algunos casos, solo se maquilla el proceso para insertar a sobrinas, amigas, hermanas y/o amigas, que, sin duda, reproducen, una y otra vez, el nepotismo. Para muchas mujeres profesionales del periodismo, ha sido necesario entrar en una incesante búsqueda de espacios para mujeres que desean explotar sus capacidades periodísticas, ejerciendo su profesión de forma independiente, en muchos casos, sin una percepción económica y con una ardua labor de investigación. Frente a la falta de oportunidades en el campo laboral “formal”, se buscan maneras de hacer periodismo, sin siquiera obtener un reconocimiento por el gremio y sin ser acreedoras de un premio por la labor que se lleva a cabo. Por otro lado, encontrar espacios donde las mujeres puedan desenvolverse en el periodismo, también ha permitido que muchas mujeres puedan darle un giro a la forma de comunicar, pues se ha tenido que salir del lenguaje androcéntrico para encontrar una nueva forma de expresar los hechos, evitando la revictimización, la discriminación, el sexismo, el machismo y la misoginia. Actualmente, con las redes sociales presentes en la vida diaria, muchas mujeres pueden ejercer trabajo periodístico, sin necesidad de pertenecer a un medio de comunicación renombrado, mujeres que están deseosas de ejercer su profesión. El periodismo feminista permite, en muchos sentidos, encontrar espacios en donde las mujeres pueden reconocer su labor y que enfoca a las mujeres como sus principales destinatarias. Ejercer de forma independiente, también provoca discriminación en las mujeres periodistas, pues al no pertenecer a un medio de comunicación reconocido, la credibilidad se ve mermada. Sin embargo, se entiende que no es el hecho de ser periodistas independientes, sino el hecho de ser mujeres lo que lleva a ser invisibilizadas por un sistema que ofrece medios de comunicación considerados como “creíbles”, medios que son controlados por un patriarca y que define qué es lo que quiere mostrar y qué es lo que no, pese a la libertad de expresión que pregonan que existe en los medios de comunicación. Ser mujer periodista, en un país misógino y machista, representa trabajar arduamente por posicionarse en un gremio masculinizado; mujeres periodistas de renombre o independientes, tienen un camino espinoso que discrimina, amenaza, genera sufrimiento, cansancio, incluso puede terminar en un feminicidio. La reflexión es importante ¿Hay reconocimiento a las mujeres periodistas independientes por su labor? Habrá que buscar formas de reconocer y de nombrar a quienes no se encuentran en medios de comunicación reconocidos, que no apelan por los protocolos institucionales y que se comprometen, de igual forma, con mostrar sucesos de un país que las odia.


Periodista, Escritora y Tallerista, estudió Comunicación y Periodismo en la FES Aragón (UNAM). Autora del libro: “La Mujer que vivía a través de mí”. Fundadora de Aprendizaje Popular Feminista-Tribu Amazonas.




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