María Fernanda Valeiras Muradás
Todas tenemos una historia. Todas tenemos algo por contar. Yo soy Fernanda, tengo veintidós años y he experimentado violencia física, emocional y económica. ¿Ustedes? Estoy segura que ustedes, las lectoras, también. Todas hemos vivido esa historia de manera diferente y todas tenemos diferentes mecanismos de defensa, quizás algunas no tuvieron la posibilidad de vivir la manifestación de las emociones causadas por cualquier tipo de violencia de género que hayan experimentado. Quizás algunas no estuvimos conscientes del momento en el que estábamos experimentado cualquier tipo de violencia. Quizás nuestro mecanismo de defensa es la evasión. Lo evadamos o no, la violencia no desaparece, es una mochila muy grande, tan grande como la paciencia que se nos enseña a tener como mujeres. Tan grande como la frustración que vivimos cuando alguien nos da una nalgada o cuando nos minimizan. ¿Hay resignación al saber que esa mochila quizás nunca se deje de llenar? Quizás no se deje de llenar, pero podemos destrozarla. Destrozar la mochila mientras aceptamos que ninguna violencia fue nuestra responsabilidad. No queríamos una nalgada, no queríamos una muñeca lastimada, no queríamos una manipulación. No queremos nada, queremos ser. No nos violan por nuestros escotes, ni por el abuso de sustancias, ni por salir solas o de noche. No nos matan por accidente, no buscamos que nos maten. La violencia de género existe por el simple hecho de la cultura patriarcal que deriva en la sexualización de nuestros cuerpos en gran escala, la minimización de nuestras capacidades, las limitaciones de nuestro rol “femenino” y la normalización de los micro machismos. Somos mujeres, no sus mujeres. Tenemos cuerpos y no son suyos. Poseemos capacidades, nosotras decidimos cómo usarlas. Quizás si, todas tengamos diferentes historias pero todas somos mujeres, todas hemos sufrido violencia de género y todas queremos destruir la mochila. Nosotras que seguimos vivas destruyamos la mochila, luchemos por nuestros derechos y empoderémonos entre nosotras. Pedimos respeto y visibilización, somos mujeres y seguimos siendo muchas. Destruyamos nosotras las mochilas, nosotras que seguimos sobreviviendo, nosotras que podemos. Quizás no pueda cambiar nada con las teclas de mi computadora o con mi pluma en la libreta pero por lo menos compartí con ustedes, las lectoras, que destruiré mi mochila.
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