Día internacional de la abogada.
En 1892, María Asunción Sandoval se tituló como abogada de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. María, fue la primera mujer abogada de México, lo que significó un gran precedente para los derechos de las mujeres del país, pues el ambiente de gran conflicto social y político de la época reprimía cualquier debate público sobre el tema. Posteriormente en 1962, María Cristina Salmorán de Tamayo se convirtió en la primera mujer en convertirse en ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, tras su adscripción a la cuarta sala en calidad de numeraria. Actualmente, de los 11 integrantes de la Suprema Corte solamente cuatro son mujeres, lo que significa un triunfo derivado de la lucha feminista, ya que las colectivas han incidido a través de las manifestaciones, el debate público y las redes sociales solicitando la designación de una mujer para reemplazar a la ministra que deja el cargo, lo que provocó que las últimas ternas para ocupar el puesto hayan estado integradas en su mayoría o exclusivamente por mujeres.
Según el Censo Nacional de Impartición de Justicia Federal 2021, el personal del Poder Judicial de la Federación está integrado por 49.6 por ciento de mujeres y 50.4 por ciento de hombres, una diferencia mínima que simboliza la implementación de políticas efectivas que abonan a la igualdad de oportunidades y equidad de género, y que permiten la inclusión y acceso de las mujeres a la labor jurisdiccional en un órgano que años atrás era bastante perceptible la inequidad y desigualdad entre hombres y mujeres.
Sin embargo, el techo de cristal se fragmenta, pero no se ha logrado su total asolamiento. Conforme a datos del censo referido, de las plazas otorgadas para magistrados/as y jueces/zas, los hombres ocuparon el 77.6 por ciento, mientras que las mujeres únicamente el 22.4 por ciento de la oferta. Lo anterior, no se encuentra directamente relacionado con el mecanismo de designación de jueces, sino con las condiciones laborales dentro de los órganos jurisdiccionales, así como las situaciones particulares de sus miembros.
Según datos de la Encuesta Nacional Sobre el Uso del Tiempo, en 2019 las mujeres destinaban un total de 39.7 horas a la semana para las labores domésticas, mientras que los hombres registran menos de la mitad, al dedicar únicamente 15.2 horas a la semana para dicha actividad. De tal modo, el desempeño profesional de las mujeres se ve afectado ante tal situación, pues la mayoría de ellas realiza la denominada “doble jornada”, donde efectúan actividades remuneradas, y al final de esta continúan con las no remuneradas; es decir, aquéllas dedicadas a cuidados y al hogar.
En ése sentido, la labor jurisdiccional es sumamente demandante en cuanto a habilidades y sobre todo tiempo, lo que constituye una dificultad para que las mujeres estén en aptitud de construir una carrera judicial como abogada dentro de cualquier órgano jurisdiccional con el objetivo de algún día ser jueza o magistrada, pues la doble jornada que desempeñan en su vida diaria impide que dediquen más tiempo a su actividad profesional, lo que en muchas ocasiones provoca que opten por conseguir un empleo menos demandante o laborar por su cuenta para sobrellevar el horario entre sus actividades profesionales y su vida privada.
Por otro lado, en el marco del día internacional de la abogada resulta importante mencionar a manera de denuncia todas aquellas experiencias de violencia que se viven en el desempeño de la abogacía. En alguna ocasión leí un tweet de alguna usuaria, en el que invitaba a reflexionar en las veces que como mujeres pensamos ser discriminadas por ser jóvenes y no por el hecho de ser mujer. En efecto, en la abogacía -un ámbito tradicionalmente dominado por los hombres-, en muchas ocasiones las mujeres se enfrentan a situaciones de violencia y discriminación, desde los micromachismos hasta situaciones de conductas ejercidas por sus colegas hombres que ameritan ser sancionadas por las leyes.
Ser abogada y ejercer la profesión conlleva un compromiso social y de estudio constante; sin embargo, lo que nadie advierte es que constantemente se lidiará con situaciones más allá de las ligadas estrictamente al trabajo. El ser juzgadas más por la vestimenta que por el conocimiento de la rama, el que este conocimiento se vea cuestionado constantemente, el examen que hay que aprobar cada vez que se pretende dar una opinión sobre un asunto en particular, el saber y, además, demostrarlo, como una especie de prueba para poder pertenecer a la élite jurista a la que muy pocas mujeres podrán entrar. No obstante, el costo personal que hay que pagar es gravoso, pues implica un menoscabo al disfrute de la vida privada y familiar, para dedicar el tiempo de estudio necesario con el objetivo de destacar en el ámbito, por lo que se sacrificaparte de las actividades personales, recreativas e incluso familiares. Seguramente a más de una lectora abogada se le viene a la mente el recuerdo de aquéllas colegas mamás que en más de una ocasión tuvieron que quedarse hasta tarde en la oficina para terminar ese asunto importante, con el anhelo de un aumento de sueldo, la apreciación de su trabajo o un ascenso, a costa de sortear con familiares y amistades el cuidado de sus hijos e hijas, el de aquéllas mamás que no acudieron al festival de las madres o de fin de curso de su hijo o hija, por terminar el proyecto de sentencia o acudir a la audiencia, el primer regaño o reclamo de su colega hombre con el afán de mansplicar sobre un asunto que se domina mientras que la otra persona apenas conoce los hechos más básicos, aquél jefe que estableció determinada vestimenta basada en estereotipos de género, y además asignando a las colegas labores de cuidado dentro del centro de trabajo, totalmente ajenas a su profesión, o aquél típico y conocido por todas, el ser llamada “señorita” mientras los compañeros hombres son “licenciados”, sin dudar por un segundo su desempeño como tal.
Sin duda, ésta como otras tantas profesiones suele ser un campo hostil para el desarrollo profesional de las mujeres; no obstante, a pesar de la violencia dentro del mismo, las mujeres continúan ocupando espacios cada vez más importantes dentro de la rama, pues han combatido de manera audaz y estoica las desigualdades en tales ámbitos.
Por tanto, es importante continuar pugnando por ocupar aquéllos espacios que han sido negados y que parecen inalcanzables, por crear redes de apoyo entre colegas para que cada vez más mujeres puedan encontrar en esta profesión un modo de vivir sin que represente un deterioro de su vida personal, incidir en las políticas públicas de empleo, seguridad social, igualdad, entre otras que abonen a la disminución de la brecha de género, ser sororas con las compañeras, visibilizar a través del debate público la desigualdad estructural para desempeñarse como profesionista, y enfrentar sin miedo a los perpetradores de violencia. Sin duda, individualmente las abogadas han sorteado la dificultades de la rama; pero la lucha colectiva, permitirá abrir espacios extensamente.
BIBLIOGRAFÍA
Lira Alonso, M. (2008). La primera abogada mexicana. Reportaje. 40-43. URL: http://www.paginaspersonales.unam.mx/files/480/Publica_20170205070541.pdf
Casa de la Cultura Jurídica en Oaxaca (s.f.) Ministra María Cristina Salmorán de Tamayo. Obtenido de Casas de la Cultura Jurídica: https://www.sitios.scjn.gob.mx/casascultura/ casas-cultura-juridica/oaxaca-oaxaca/biografia
Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2021). Censo Nacional de Impartición de Justicia Federal 2021. URL: https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/cnijf/2021/ doc/cnijf_2021_resultados.pdf
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2019). Encuesta Nacional sobre el uso del tiempo 2019. URL: https:// www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enut/2019/doc/ enut_2019_presentacion_resultados.pdf
Paulina Lucio Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. IG. pau_lucio11
留言