Cuando era niña, mi mamá me dejaba encargada con sus primas para hacer el mercado. Un día ellas me dejaron sola viendo la tele, comiendo chocolate y cuando volvieron, me encontraron “mal”.
Recuerdo que me llevaron a una clínica donde me revisaron las vías aéreas y a partir de ese día, cada semana me llevaban al consultorio de un medicucho (ese tipo casi mata a mi mamá), a que me inyectara para “controlar mis alergias”. Recuerdo no llorar por aquello, pero también que siempre que veía un gato y quería acariciarlo me gritaban que no lo hiciera porque era “alérgica”. Había dos historias terribles sobre gatos en casa. En la primera, un gato asustado corrió sobre las paredes espantando a todos; la otra es de mi mamá en el rancho, girando con gatos hasta soltarlos. Una escena feral. Mi mamá llena de culpa y temor decía que los gatos no eran para tenerlos en casa y que le daba miedo que alguno vengara a todos los que lastimó cuando era niña. Así que crecí sin gatos y, además, evitándolos por temor a que se me cerrara la garganta otra vez. Hace ocho años me independicé y en la primera semana adopté a Lyra Alfonsina Belacqua Toñita; una gata atigrada en gris (preciosa), era la más activa del grupito de gatos que me pusieron en suerte. Corrió hacia mí, la abracé y no tuve ninguna reacción alérgica. Fuimos ella y yo en la aventura de la mudanza y en los amores que llegaron y se fueron. Sin embargo, así como su calor, mis amistades son constantes: Lyra y yo aprendimos a recibirlas en casa.En los primeros meses me sentí engañada porque no tuve ninguna reacción alérgica, ahora sólo me río un poco sobre eso, pero lamento que mi familia no tenga gatos. No sé cuántos niños hayan perdido la oportunidad de tener uno por situaciones similares a la mía, pero ojalá todos pudieran cuidar de un “michi” y con ello, aprender sobre el autocuidado.Medio año antes de que comenzara la Pandemia adopté a otro gato, yo tenía 2 años de haberme separado de mi exmarido y Lyra y yo vivíamos solitas así que, cuando me sentí cómoda sin marido, llegó Macarena para hacerle compañía. Macarena Dracarys es una gata singular, tiene carita de cachorrito y pelambre atigrado variopinto y largo. Es la más fotogénica de la casa (les dejo un retrato que le hice). Le gusta pedir de comer aquello que tengamos en las manos, pero no siempre tiene suerte. Tengo amistades de más de 15 años, algunas de ellas son alérgicas a los gatos. Lo supimos porque, durante el primer año de la Pandemia, Macarena quedó preñada y me quedé con uno de sus cachorros: Miura, un hermoso gato negro de pelo largo y patas anchas. Con su llegada, la cantidad de pelo aumentó en la casa y, aunque aspiro cada semana y sacudo con frecuencia, ahora sí es insostenible. Mis amistades sucumben ante su alergia y por eso siempre hay Loratadina en casa. No sé si es prudente tener más gatos, la realidad es que vivimos bien los cuatro juntos en el departamento y la rutina de limpieza aún es funcional, no sé si pueda con más areneros. ¿QUÉ ME HAN ENSEÑADO “LOS MICHIS”? Autocuidado. Se alejan y buscan compañía según sus necesidades, no son como los perros que te siguen a todos lados esperando tu cariño, atención y aprobación. Amo a los canes, no me malinterpreten, he tenido bastantes, siempre hermosos y fieles, juguetones y lindos, pero son muy dependientes. Los gatos no lo son. Los mischis te comparten sus presas de caza, para que no mueras, ¡para que no te mueras! Y eso es tan lindo... y es también un recordatorio de que son animales que pueden valerse por sí mismos si tú faltas un día, además de que te ven como parte de su prole; es decir, no importa lo grande que seas comparada con ellos ni que lleves años alimentándolos y llevándolos al veterinario, ellos también pueden “ver por ti”. Y justo este tipo de acciones son las que han ocasionado que su independencia sea “mal vista”, pues ven por ellos mismos y se dan el lujo de cuidar de los humanos cuando observan que ‘no pueden solos’. Es interesante cómo los gatos son el epítome del autocuidado, del hedonismo, del amor propio. Toman el sol, descansan, se estiran a placer, juegan, corren como el diablo si así lo desean, cazan, desdeñan aquello con lo que no se sienten a gusto y se alejan, se defienden si es necesario para que queden claros los límites (justo en el momento, no después, no por resentimiento); y no necesitan cosas caras para inventarse la diversión, eso es algo que amo de mis gatos, es como si tuvieran imaginación, aunque sé que es instinto. De pronto los veo metidos en las bolsas del mandado y me gusta pensar que juegan a ser una verdura o una manzana. Algo hermoso, que generalmente no relacionamos con el autocuidado es la capacidad de jugar, esto es una característica de los gatos, con el estímulo justo, salen del letargo propio de la siesta y comienzan a cazar, a jugar, a perseguirse y perseguirme, es hermoso. Espero copiarles. ¿Tienes gatos? ¿Qué es lo que más te gusta de ellos? ¿Qué imitarías de ellos? ¿Qué te han enseñado sobre el autocuidado? A mí, a jugar, a reinventar la vida con los recursos a la mano y a descansar sin culpa. Ha sido ciertamente liberador. Hará falta copiarles más pues como mujeres, desde pequeñas nos hacen renunciar a actitudes ‘hedonistas’; es decir, que si vemos por nuestro placer o el mero descanso se nos tacha de malas mujeres, de mujeres descarriadas, inútiles u holgazanas. Es como si la sociedad quisiera que todo el tiempo estuviéramos en servicio, al pendiente del cuidado de otros; por eso las mujeres solteras, las que viven con gatos, somos aún marcadas con el hierro del ridículo o del mal. Aun más si no tenemos hijos, ni esposo, ni novio, ni hombre a quien(es) pertenecer. Bien, ahora sabes por qué tengo gatos: fue en parte por probar que podía darme aquello que me prohibieron por una supuesta alergia. Al final del día, es fantástico no necesitar Loratadina para abrazar a mis gatos y eso me hace muy feliz. Mis monstruos, como les digo al llegar a casa, dinamizan mis días y contemplarlos, es siempre un bocadillo gozoso.
Gabriela Guevara Lingüista, editora, escritora, fotógrafa y feminista. MH-Premio Nacional de Lingüística INAH 2010. Fundadora de @DespachoEditorial
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