Alerta de género en México
El 25 de noviembre es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, como una forma de rememorar a todas las mujeres que han sido víctimas y que también luchan en contra de la violencia. Esta necesidad de conmemoración comienza en 1999 por iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas que proclamó este día para sumar fuerzas y atender esta grave problemática. Lamentablemente, los índices de violencia que afectan a las mujeres han ido en aumento desde el inicio de la pandemia en donde las cifras aumentaron de 1 a estadísticamente, 2 de cada 3 mujeres fueron o sabían de alguien que había sido víctima de violencia en razón de su sexo. Según el portal Datos Abiertos Ciudad de México, tan solo entre 2019 y 2020 las llamadas a la Línea de mujeres del LOCATEL se cuadruplicaron: las llamadas denunciando violencia familiar aumentó un 378 por ciento y las llamadas para denunciar violencia de pareja aumentaron un 476 por ciento . Estas cifras demuestran que si el espacio público no es un lugar seguro para las mujeres, tampoco lo es el “hogar”. Este grave riesgo que representa para las mujeres no sólo actúa como un factor determinante en los índices de pobreza y desnutrición, sino que también representa un peligro potencial para las vidas de las mujeres. Esta información estadística trae a cuenta que más allá de haber logrado mejoras , hace más visible que ser mujer y vivir en México representa un peligro potencial para la vida. Respecto a este tema, Sofía- Pérez Gasque presidenta Consejo Coordinador de Mujeres Empresarias (CCME) afirmó durante su toma de protesta que: Para mejorar la calidad de vida los mexicanos, es indispensable que se acorte la brecha de género en la participación de la fuerza laboral tal y como lo señalan diversos estudios que destacan que el Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina podría crecer en 2.6 billones de dólares, 34 por ciento (El heraldo, 2021). Como un recordatorio de este creciente peligro y de la falta de acción en la mejora de este panorama el pasado 25 de noviembre del 2021 fue asesinada Lucero Marisol Cuadras frente al Palacio Municipal de Guaymas, Sonora. Era una joven activista de 18 años, formaba parte de la colectiva Feministas del Mar y se encontraba junto con otras asistentes realizando una manifestación pacífica frente al edificio con motivo de la conmemoración de este día. Ante este hecho, la versión oficial, según lo dicho en conferencia de prensa por el secretario de Marina, Rafael Ojeda Durán, es que se trató de un ataque dirigido a funcionarios públicos del municipio, aunque en el lugar murieron otras dos personas más: un policía municipal y un sicario; el fallecimiento de Marisol fue, en palabras del mandatario un “daño colateral ”, lo que deja fuera la posibilidad de considerarla como feminicidio. Pero ¿qué significa hablar de las víctimas como daño colateral? Según lo explica el sociólogo Zygmunt Bauman entendemos por “daños colaterales” a las condiciones de exclusión social que determinan una jerarquía de importancia para las vidas humanas: “los daños colaterales, supone(n), de forma tácita, una desigualdad ya existente de derechos y oportunidades, en tanto que acepta a priori la distribución desigual de los costos que implica una acción (o bien desistir de ella)” (Bauman, 2011: 14 cursivas del autor). Este concepto está fundamentado en la desigualdad, pero también en las condiciones jerarquizantes por parte de un Estado, mayormente integrado por hombres, que considera que algunas vidas son más valiosas que otras. La mayoría de las veces, quienes son las víctimas “colaterales” de estos conflictos usualmente viven en regiones donde la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo son escasas. Se trata de un estado de excepción en el que la violencia y la muerte de personas ajenas a losconflictos están justificadas; es considerado un acto realizado en favor de salvaguardar la soberanía en México. Hablamos de que el Estado se ha empeñado en mejorar el panorama en México con el despliegue de las fuerzas armadas en todo el país y han adoptado un discurso simplista sobre sus intenciones de erradicar la violencia; todo ello, pese a sus vínculos con la delincuencia organizada y cuyos índices de violencia a lo largo de este año han aumentado considerablemente. En este sentido, las vidas de las mujeres mexicanas no sólo deben enfrentarse a las causas y las consecuencias que se desprenden de vivir un país sitiado por el crimen organizado, sino que también deben asumir que el acceso a la justicia, a la salud, y a una buena calidad de vida, tanto como conservar la vida misma, se ha ido poniendo cada vez más en desventaja. El acceso a todos estos derechos se ha visto obstruido por esta falta de oportunidades que no representa, por una parte, una mejora importante pese a las exigencias de nosotras, sino que no se cuenta tampoco con información que tenga una perspectiva amplia de las desigualdades que están presentes incluso en los índices de pobreza y violencia en el país. En este sentido, “México incluyó por primera vez al feminicidio como una categoría distinta en sus estadísticas oficiales de delincuencia en 2012.” (IPM, 2017: 36). Aun así, desde el 2015 en 23 estados del país se ha emitido la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM); los estados son: Baja California, Campeche, Chiapas, Durango, Estado de México, Chihuahua, Colima, Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, San Luis Potosí, Sonora, Tlaxcala, Veracruz, Ciudad de México y Zacatecas. Esto implica, según el Instituto Nacional de las Mujeres, que los gobiernos deben desplegar una serie de acciones que permitan frenar y erradicar la violencia feminicida o cualquier acto que implique una vulneración a los derechos humanos de las mujeres, cuyos índices de decesos no han disminuido, lo que habla del poco compromiso político para mejorar las condiciones de las mujeres mexicanas y por esta misma razón, tantas colectivas feministas han exigido declarar una alerta de género a nivel nacional. Aunque la violencia de género afecta tanto a hombres como mujeres, son estas las que están constantemente expuestas a cualquier tipo de violencia. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud señala que, en el mundo, al menos una de cada tres mujeres a partir de 15 años ha sufrido algún tipo de violencia durante una relación de pareja, lo que también aumenta el riesgo de que la salud física, mental y emocional de las mujeres víctimas de violencia se vean afectadas. Por otro lado, la mayoría de los feminicidios son cometidos por la pareja; asimismo, en México “los feminicidios han aumentado a un ritmo similar al de los homicidios de hombres, con un incremento del 116 por ciento desde 2015” (IPM, 2021: 3). Además, en el país persiste el 98 por ciento de impunidad, de ahí que muchas mujeres no denuncien cuando han sido víctimas de alguno de los muchos tipos violencia de género penalizados por la ley. Si bien los homicidios de hombres pueden estar vinculados a las tendencias de la delincuencia organizada, es más probable que las muertes de mujeres están asociadas con la violencia de pareja. Los datos de la encuesta indican que el 44 % de las mujeres en México han experimentado violencia de pareja durante su vida. (IPM, 2021: 36) Según lo muestra el mapa en el informe del 2021 publicado por el Índice de Paz México (IPM), una ONG de investigadores independientes y apartidistas que busca generar información sobre cómo incentivar la “paz”. Dentro de estas estadísticas, hace falta sumar que no se cuenta con una diferenciación entre la violencia sufrida sólo por mujeres, pues “Las tasas de falta de denuncia utilizan datos de cinco años porque, en algunos estados, hubo delitos en los que ninguna de las víctimas denunció el delito a las autoridades” (IPM, 2021: 81). Este hecho habla de que en realidad los índices de violencia, sobre todo la que afecta directamente a las mujeres, puede ser mucho mayor de lo que se piensa. Hablar de pobreza significa que existen una serie de necesidades que no han sido cubiertas, cabe resaltar que esa es precisamente una de las funciones que debe llevar a cabo el Estado. Esto refleja la poca destinación de recursos paracombatir algunos factores importantes que causan estas carencias; con esto me refiero a los problemas de distribución de la vivienda, la marginación, la violencia, el desempleo, las condiciones precarias de vida, las deudas del Estado, el sistema neoliberal, la guerra y los conflictos armados. En este aspecto, la relación entre economía y violencia ha sido estrecha, es respaldada por tres principales tipos de violencia: la directa, que es la que produce pobreza y viceversa, se da porque a esta población se le considera una amenaza; la violencia estructural que se basa principalmente en actos como la discriminación, la explotación y la marginación; por último también se habla de la violencia cultural “que hace que la pobreza se mantenga incluso se acepte. [...] para mantener los sistemas sociales en que se da” (Tortosa, 1994: 36), a fin de mantener las estructuras de poder que ya están establecidas; “de hecho, todas las sociedades producen explicaciones de la existencia de la pobreza que guardan relación directa con (o incluso forman parte de) las diferentes formas que adopta la violencia cultural” (Tortosa, 1994: 36). Aunque el panorama parece poco alentador, es cierto que existen una serie de acciones que podrían mejorar notablemente no sólo los índices de pobreza en México, sino que contribuiría notablemente en otros ámbitos que beneficia en varios aspectos estás condiciones desiguales entretejidas en el sistema patriarcal. Sin embargo, hace falta replantear cuáles serían las acciones más adecuadas para que la calidad de vida para todas las mujeres en México mejore paulatinamente. Asimismo, el fallecimiento de Marisol el 25 de noviembre deja un claro mensaje sobre cuáles son las prioridades de la administración actual; también han dejado claro que no van a dar apoyo a ninguna organización social, ni están dispuestos a crear programas que cuenten con los recursos suficientes para llevar a cabo las políticas para mejorar el panorama de violencia contra las mujeres, así como de la creación de organismos públicos dedicados a la atención de estas múltiples carencias.
Arely Pantoja Literata feminista y crítica impía
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