La educación de las mujeres históricamente ha estado relegada a los intereses y bienestar de los hombres; si bien esta situación ha cambiado con el tiempo,particularmente en la academia, no es secreto que la educación informal, tanto en los entornos familiares como en la sociedad, nos orilla a sostener prácticas que enaltecen la supremacía masculina.
La historia de la educación de las mujeres data de la época prehispánica, donde mayoritariamente se les educaba para ejercer oficios y actividades acordes a su sexo: es decir, a su aparente capacidad en funcióndesualtura,pesoyfuerza.Posteriormente, con la conquista, la educación estuvo enfocada en temas religiosos y en general, a oficios que le favorecieran para ser una buena mujer, madre y esposa. “Lo que tradicionalmente se conoce como ‘educación para la femineidad’ no incluye excelencias intelectuales; por el contrario, fomenta la ignorancia. Por consiguiente, la ‘esencia’ de la femineidad radica fundamentalmente en aspectos Los feminicidios mencionados atienden a circunstancias y contextos específicos, pero es indispensable insistir en la necesidad de gestionar y alcanzar un proyecto de educación que brinde a las mujeres no solo la posibilidad de profesionalizarse, sino de convivir y desarrollarse en espacios seguros. Esto, por supuesto, es responsabilidad de las casas de estudio, pero también del Estado. También se sabe que, en los proyectos y procesos de investigación, muchas alumnas son hostigadas y acosadas sexualmente por tutores, investigadores y docentes; sus nombres son eliminados de las investigaciones y no reciben los créditos correspondientes. En este sentido, Graciela Hierro (2018) puntualiza que la educación para las mujeres ha perseguido el objetivo primordial de conformarlas para que cumplan un papel secundario dentro del trabajo creativo y de las jerarquías de poder dentro de la sociedad. A raíz de la pandemia sanitaria por COVID-19, muchas de las instituciones optaron por continuar las actividades académicas a través de plataformas digitales. En muchas ocasiones, se hicieron vídeos virales de profesores emitiendo comentarios machistas; tal es el caso de Arturo Zentella, profesor de la Facultad de Química (UNAM) que realizó insinuaciones sexuales a una alumna; el profesor Mauricio Pavón de la Facultad de Economía (UV) que realizó comentarios homofóbicos y, no menos importante, la agresión que vivió una profesora de la Universidad Autónoma del Estado de México en plena clase por su pareja. Dichas circunstancias parecen no incomodar a la sociedad. Nos hemos acostumbrado a normalizar actos y actitudes que, aparentemente, son nimiedades; “los seres humanos se han acostumbrado a vivir en un estado de crisis permanente que no parecen percatarse de que su vida se ha reducido a una condición puramente biológica, que ha perdido no sólo su dimensión política sino también cualquier dimensión simplemente humana.” (Agamben, 2020); es difícil quelaspersonasreconozcanlasviolenciasquese ejercen hacia el otro, principalmente porque no son parte de nuestra vida. Las agresiones y los ambientes violentos siempre han existido, pero gracias a las redes sociodigitales y herramientas tecnológicas, ha sido posible visibilizar el aumento de estas situaciones y, de negativos como son la debilidad del cuerpo, torpeza de la mente, etcétera. En suma, incapacidad para otro trabajo que no sea doméstico.” Graciela Hierro A finales del siglo XX la presencia de las mujeres en la educación superior se hizo notar, tanto por su ingreso a nivel bachillerato, como a la licenciatura y por supuesto, como docentes. Sin embargo, este avance -que se ha logrado gracias a una lucha constante- no quiere decir que se ha dado en condiciones de igualdad y acceso. La violencia laboral,docenteycomunitariasehahechopresente en muchas casas de estudio. En mayo de 2017 sucedió el feminicidio de Lesvy Berlín Osorio en las instalaciones de Ciudad Universitaria. Dos años después, el 29 de abril de 2019, Aideé Mendoza Jerónimo, alumna del CCH Oriente, murió por una bala perdida disparada dentro del plantel. Días antes, el 10 de abril, Nayeli Noemi Delgado fue asesinada a balazos dentro de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y el día 5 del mismo mes, Dana Lizeth Lozano Chávez, estudiante de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez fue desaparecida y encontrada sin vida.
alguna manera, comenzar el debate sobre cuál debe ser el comportamiento correcto, con miras hacia la ética, que debe llevarse a cabo en los espacios educativos. Es indispensable resaltar que, gracias a la organización de las mujeres en las instituciones, se ha podido dar seguimiento, muchas veces sin éxito, a la implementación de reglamentos y políticas con perspectiva de género, o a comisiones de ética y género que lideren las acciones en contra de la violencia. Asimismo, es importante resaltar las movilizaciones que han sido convocadas y realizadas por colectivas feministas de diversas facultades. Por ejemplo, en 2016 surgió la consigna #24A, manifestación en contra de los feminicidios; en 2019, surgió el movimiento #MeToo, que motivó y movilizó a las alumnas para difundir sus testimonios en contra de sus agresores. En noviembre de 2017, nació el proyecto Acoso en la U, que comenzó como un movimiento activista en contra de la violencia sexual en las universidades. “64 por ciento de las mujeres estudiantes percibe discriminación y 50 por ciento manifestó vivir acoso y hostigamiento, siendo las estudiantes de licenciatura quienes más viven violencia de género.” Las acciones para erradicar la violencia contra las mujeres son muchas y se presentan en diversos ámbitos. El campo educativo resulta ser un espacio idóneo para llevar a cabo transformaciones socioculturales. Las nuevas generaciones necesitan desaprender los estereotipos y prejuicios que han perdurado en el tiempo y que, con el pretexto de la cultura y la tradición, muchas personas continúan sosteniendo. Es urgente que la educación comience a implementarse con perspectiva de género, es decir, asumiendo que tanto mujeres como hombres tienen los mismos derechos; se necesita trabajar por la eliminación de las brechas donde los hombres sean premiados y recompensados de mejor forma que las mujeres por el mismo trabajo. También es necesario poner en el centro de la discusión el tema de la educación sexual, para eliminar la concepción de que las mujeres serán exitosas sólo sí son madres, y apartarlas de la exclusividad del sistema reproductivo. Las niñas y adolescentes requieren de información clara y precisa para tomar conciencia de sus cuerpos, realidades y experiencias; y esto no podrá ser si las y los docentes mantienen concepciones arcaicas, basadas en ideologías religiosas y/o moralistas que, de alguna manera, ponen en riesgo la educación laica y democrática. Es una buena oportunidad para retomar el postulado de la Ilustración, y lograr que las y los docentes sean quienes provean de las herramientas y conocimientos, sin fungir como guías permanentes, es decir, necesitamos que las y los educandos aprendan a ‘servirse de sus propias decisiones’, mismas que deben atender a sus intereses personales, pero sin afectar al prójimo. Otro obstáculo son las responsabilidades familiares que les han sido adjudicadas a las mujeres: el cuidado de las familias, el de las y los hijos, y en el contexto actual, el de las personas enfermas. Lo anterior, sustentando en el sistema patriarcal que encierra a las mujeres en el ámbito privado, mientras los hombres de desarrollan en el espacio público. De los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México ocupa el primer lugar a nivel mundial en embarazo adolescente. El derecho a la Ciudad, por ejemplo, no es sustantivo. Las mujeres, niñas y adolescentes continúan siendo agredidas en el espacio público, por ejemplo, en los traslados a los centros escolares. Con todo lo anterior, es posible dimensionar que la violencia contra las mujeres es sistemática ycontinua.Esteaño,laLeyGeneraldeAccesodelas Mujeres a una Vida Libre de Violencia fue reformada para incluir como modalidades de violencia la violencia mediática, digital y simbólica. Dicha acción fue resultado de cientos de demandas y movilizaciones que buscan prevenir, pero también sancionar a las personas agresoras que, en la mayoría de los casos, son hombres y han tenido alguna relación con la víctima. La Doctora Ana María Tepichín Valle (Colegio de México) expone que las mujeres son objeto de política pública pero no sujetas, es decir, aunque existen las leyes, programas y acciones a favor de la igualdad y la inclusión, el panorama es desfavorable: once mujeres son asesinadas diariamente de forma violenta. Los obstáculos planteados anteriormente, son consecuencia de la indiferencia social y del sostenimiento del sistema patriarcal, y conllevan a una severa vulneración a los derechos humanos de las mujeres.
Fuentes consultadas: Agamben, G. (2020). ¿En qué punto estamos? La epidemia como política. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. Hierro, G. (2018). Ética y feminismo. México: Universidad Nacional Autónoma de México. https://www.acosoenlau.com/ https://www.milenio.com/politica/comunidad/ mujeres-enfrentan-obstaculos-ambito-educativo- buquet Itzel H. Suárez Adicta a los conciertos y a los libros, esclava de recuerdos, viajera empedernida y amante felina. Gestora educativa,
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