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Querida extraña:

(Texto dedicado especialmente a las mujeres que padecen enfermedades invisibles)


Llórale este día y a la siguiente luna te levantas. Enderézate, mi niña y deja de alimentar las ansias, son sólo pequeños demonios tratando de esconderte del mundo. El dolor entró sin tocar la puerta, está bien, ponte cómoda y dile que tú mandas, que ya aprendiste a domar monstruos. Mantén tu asombro ante la vida, concéntrate.

Ya tocaste las nubes, no te conformes con menos. Agárrate fuerte, tienes raíces hermosas. Dale alas a quien no es feliz a tu lado, a las cosas que no te hacen bien, aunque las ames. Tranquila, mientras más te desbordes más espacio tendrás para nuevos días, así que procura llorar, cantar, danzar o escribir, para que tu cuerpo no reciba todo el impacto de las cosas que has callado.


Suelta tu cabello, haz una respiración profunda y piensa en algo bonito como un atardecer. Masajea tus manos, agradece a tus pies por sostenerte. Besa tu nombre y lánzalo al cielo, déjate caer.

Entra con respeto a otros mundos, inclina tu rostro ante las aves y te hablarán del misterio que son la vida, la muerte y la libertad. No vivas con los errores de tus padres, ellos también están sanando de otras generaciones; no eres una réplica, quítate esas pieles de la comparación y por favor no te alejes de ti. No le des las espalda a tus decisiones ni a cada desastrosa consecuencia, asume esa guerra.


Abraza con amor los cuatro rumbos, al cielo y a la tierra, no olvides el milagro de la lluvia y la flor. Come despacio y agradece cada bocado. Descifra lo que sientes cuando la belleza te sorprende y aférrate a esos pedacitos de felicidad. Nunca fue tan bonita la vida como cuando empezaste a quererte y eso puede llevarte muchos años, pero no es algo que se aprenda mirándose al espejo, es más como un tejido de gratitud y perdón, del pecho hacia adentro.

Sé la guardiana del cuerpo que te tocó habitar y no dejes que un mal día decida si estarás triste el resto del año. Eres más que una crisis de dolor. Tendrás que lidiar con tu padecimiento, pero no te sientas víctima de nada ni de nadie, que aquí no hay culpas, pero sí mucha responsabilidad.

Suelta la necesidad de querer entenderlo todo, simplemente camina y ve dejando flores. Deja de creer que los demás te miran para juzgarte, tú danza y ama; desnúdate y que caigan los miedos.

Enamórate de un libro, del sabor del maíz o del canto del cenzontle y cuida que tus emociones no dependan de alguien más, porque somos peligrosos y torpes depredadores, pero estamos sanando, cada quién a su manera. Sé honesta con las cosas que te molestan o lastiman y aprende a decir No, NO puedo, NO quiero o NO me siento bien. Eres fuerte y guerrera, pero está bien rendirse de vez en cuando.

No seas tan dura contigo y permite a la derrota ser tu maestra. Te ves lindísima con el cabello desarreglado, ¿ya lo notaste?, ¿ya te diste cuenta de lo valiente que has sido? Sé que el mundo puede ser un lugar terrible y que la injusticia te muerde el corazón, pero mira bien, ese amor, esos pequeños milagros que surgen entre la sociedad son la luz que tanto pedías. Debe existir un equilibrio en todas las cosas, es normal que te asuste y confunda, sólo somos partículas pasajeras de lo eterno, pero nunca olvides que llevas en la sangre la lucha de tus abuelas y no hay mejor escudo que tu raíz. Por favor, resiste. Yo sé que no es sencillo, pero resiste. Eres preciosa, resiste.


Elena Poe.



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