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Teoría feminista y la participación de las mujeres en el EZLN

Feminismo indígena, otra perspectiva Ana Laura Pacheco López, pachecoana339@gmail.com


El mundo ha sido el semillero de diversos movimientos sociales que, en ocasiones se entrecruzan, por el hecho de que los problemas que aquejan a los seres humanos son diversos, entonces, existen muchas causas por defender. La lucha del EZLN se considera justa porque ha ido en contra de políticas neoliberales y de la expansión del capitalismo, que afectan tanto a hombres como mujeres. El papel que han jugado las mujeres en este movimiento es importante, porque su empoderamiento y participación político-militar ha inspirado a todos dentro del movimiento. El feminismo, por su cuenta, ha influido en el pensamiento de las mujeres zapatistas consiguiendo fusionarse y responder a una causa específica, pero sobre todo ha podido integrarse conjuntamente según su propia realidad. De este modo muchas de las teorías feministas se han llevado a la práctica, por ello, aquí abordaremos cómo el feminismo que no necesariamente ha sido teorizado por mujeres indígenas, se ha conseguido llevar a la práctica, inspirando a muchas mujeres más a luchar, pero sobre todo, a respetar la identidad de todas las mujeres del mundo a través del feminismo indígena.


De acuerdo con Losada-Zambrano y Silva-Ojeda (2017), el EZLN que nació el 17 de noviembre de 1983 en el estado de Chiapas como oposición a las políticas neoliberales y del Estado-Nación, que busca el exterminio indígena por representar un obstáculo para el desarrollo del capitalismo; entonces, este movimiento protege los saberes ancestrales, formas colectivas de producción, generación de nuevas subjetividades políticas y la defensa de su territorio. Cuenta con integrantes indígenas y mestizos, que se organizaron de forma político-militar imitando algunas características del ejército zapatista de la época revolucionaria, que igualmente era popular.

De manera global Losada-Zambrano y Silva-Ojeda (2017) explican los valores del EZLN:

En consecuencia, se destacan palabras que adquieren una nueva significación dentro del imaginario zapatista dentro de las cuales Patricia Agosto (2005) destaca: 1) nosotros, entendiendo que la comunidad está por encima del individuo, 2) sociedad civil que corresponde al pueblo explotado en donde reside la fuerza capaz de cambiar el mundo, 3) democracia la cual está basada en el diálogo, en el que los consensos son construidos desde abajo y 4) autonomía que representa la lucha por la autoafirmación, la autodefinición, autogestión, autolimitación y la auto-organización.

Tomando en cuenta esto podemos ver que el estandarte del EZLN es de justicia y cambio social, por y para los indígenas, e incluso se hace énfasis en lo que es la comunidad, pero la cuestión aquí es ¿el cambio es, o ha sido realmente para todos? Es necesario saber si este movimiento otorga este cambio a todos y todas, englobando a hombres y mujeres.

Hablar del EZLN es también hablar de cambio social, de lucha, justicia y equidad, pero es importante saber si esta justicia se realiza en colectivo, ¿cuál es el papel de las mujeres? y ¿cómo forman parte del movimiento? Siendo ellas un elemento importante en el desarrollo no sólo este movimiento, sino de otros aspectos de la sociedad; entonces, Padierna-Jiménez (2003) dice que:

Es claro al analizar los documentos emitidos por el EZLN, que indican que las condiciones de género no se consideraban como temas específicos, pues es a través de integración de los sujetos mujeres al movimiento, que se crean las condiciones para que ellas enuncien peticiones propias, solicitando la inclusión de las mismas en las demandas generales del movimiento, pero llevándolas también a la construcción de espacios de interpelación propios que poco a poco influyen en las comunidades de las que forman parte, impactando las formas tradicionales de trato a la mujer, y con esto, favorecen a la inclusión de formas de relación comunitarias que dignifican la vida de las mujeres.

A partir de esto, inferimos que el movimiento zapatista no es un movimiento puramente de mujeres, y tampoco tiene inicialmente perspectiva de género, pero la apertura para la participación y la creación de espacios propios ha conseguido que las mujeres tengan, no sólo un papel importante, sino el que se merecen por el hecho de formar parte de la comunidad. Hablamos de un movimiento de hombres y de mujeres, de luchadores y luchadoras sociales, que trabajan en conjunto por el cambio social.

En el movimiento del EZLN, las mujeres han jugado un papel importante de forma político-militar, e incluso han existido mujeres insurgentas que han defendido el movimiento, como la Comandanta Ramona, Comandanta Susana o la Comandanta Dalia; por mencionar algunas y sin caer en el protagonismo, han sido iconos dentro del movimiento y han representado a las mujeres de su comunidad; con estos ejemplos vemos el liderazgo que tienen las mujeres dentro de la comunidad, y como se inmiscuyen en el ámbito económico, productivo y político, además de que se toman en cuenta y se respeta su cosmovisión, es decir, la inclusión no sólo es de género, sino cultural. Precisamente la participación de las mujeres es lo que les permite ser más consientes en los problemas de su entorno, y a partir de ahí generar propuestas desde la perspectiva de las mujeres.

Las mujeres, diferenciadas de los hombres, padecemos de una opresión machista, las mujeres pobres padecemos de una violencia machista, pero también las consecuencias del sistema social que hace a los pobres más pobres, y a los ricos más ricos. Las mujeres pobres e indígenas además de eso, también padecen el racismo, la colonización, el despojo de tierras y recursos; es esta, quizá la condición más precaria de ser mujer. De este modo, Hernández-Castillo (2010) nos señala que:

Por eso, no es de extrañar la situación que de las mujeres indígenas nos presentan Paloma Bonfil y Raúl Marcó del Pont. Son ellas —dicen los autores— las más afectadas por las condiciones de extrema pobreza que se viven en sus comunidades; la gran mayoría padece graves problemas de desnutrición y de salud (especialmente en lo que concierne al ámbito reproductivo). Gran parte de ellas no saben leer ni escribir y muy pocas hablan el castellano. Por lo común, no tienen derecho a la tierra ni a participar con sus decisiones en los asuntos públicos de sus comunidades.

Es más difícil ser mujer bajo estas condiciones, donde obtener independencia económica, donde el empoderamiento es más difícil de conseguir que en otros estratos de la sociedad, y donde aún se manejan algunos usos y costumbres que atentan contra las mujeres que son mercantilizadas al grado de ser intercambiables por un buey, una vaca, o dos cartones de cerveza. Aquí es difícil ser mujer, duele ser mujer, y por eso es necesaria la lucha por y para las mujeres.

Aunque cabe recalcar que no se satanizan las comunidades ni sus costumbres, pero es necesario luchar porque ninguna mujer en ningún lugar del mundo sea violentada. La investigadora Marcos (2011), comparte este testimonio:

Después de esta actitud retadora y desafiante añadió, con un dejo de tristeza: “porque muchas veces el maltrato que recibimos las mujeres no sólo lo hace el rico explotador. También lo hacen los hombres que son pobres como nosotras… nuestros esposos, nuestros hermanos, nuestros padres e hijos, nuestros compañeros de lucha y los que trabajan y están organizados junto con nosotras.

Esto quiere decir que la lucha contra la violencia machista de la mujer indígena no sólo va contra los estratos altos, sino de los bajos, de sus compañeros; es por eso tan importante comenzar a cambiar su realidad inmediata consiguiendo una igualdad entre ellos.

Cuando las mujeres nacemos, lo hacemos en sociedad, tal como los hombres, asimismo vamos adquiriendo los conocimientos de nuestro entorno, y construyendo nuestra identidad a partir de este, de lo que vemos, de lo que vivimos y de lo que nos enseñan. Todas y todos construimos nuestra identidad de esa forma, a partir de la convivencia y es una parte importante de lo que somos; en este caso, las mujeres que forman parte del EZLN no sólo son mujeres, sino son indígenas o mestizas, también son chiapanecas, son madres, son hijas, son hermanas, forman parte de este núcleo cultural, y su identidad es multifactorial.

En una mujer zapatista vemos que su pensamiento toma en cuenta los saberes ancestrales, el amor por la naturaleza, la comunidad, una ideología política; entonces, cuando una mujer zapatista lucha, no sólo lucha por sus derechos como mujer, sino también por su comunidad. Un ejemplo de su participación política es la creación de La ley de las mujeres indígenas, gestionada y creada por ellas; aunque esta no garantiza por si sola que la violencia machista sea erradicada, y he de suponer que las mujeres del EZLN lo saben a tal grado, que se han creado espacios, como foros, encuentros y escuelas que hablan acerca de ellas sin la influencia de los hombres; espacios donde se pueden hacer denuncias, donde se genera música, literatura, arte y muchas otras actividades.

Se habla del ser mujer y también se exponen las inconformidades, son espacios separatistas realizados por las mujeres del movimiento que permiten la libre expresión, como el Encuentro internacional de mujeres que luchan y La escuelita autónoma zapatista, que son algunos ejemplos de lo que se ha construido.

Pero el cambio no sólo es en los espacios, incluso en la forma de expresarse, nombrarnos, hacernos notar y en modificar nuestro lenguaje de modo que no se invisibilice a la mujer; generando discursos inclusivos para todos y todas. Se educa a las mujeres fuera de algunas costumbres ya establecidas que las oprimen, pero sin dejar de lado su identidad.

Las mujeres debemos cuestionar nuestra realidad, cambiarla de raíz según nuestras condiciones, y nuestros medios; ser conscientes que el feminismo como todo movimiento social es coyuntural, y día con día tiene nuevos retos; que el cambio que deseamos es una lucha de todos los días. La Doctora Marcos (2011) escribe esta reflexión

Es en el cuestionamiento simultáneo de la globalización hegemónica y los feminismos hegemónicos que Diálogo y diferencia hace su aporte. Moviéndose más allá de los legados congelados de la división entre teoría y práctica; de la concepción de las diferencias como divisiones; de los efectos colonizadores del feminismo hegemónico, y por la revisión de las epistemologías feministas a través de las diversas culturas y cosmologías, teorizamos y proponemos emprendiendo las posibles coaliciones y solidaridad del feminismo transnacional.

Eliminar las hegemonías, el eurocentrismo y los privilegios entre seres humanos, es una forma más de acercarnos a la búsqueda del bienestar de todas, pensarnos a todas como una colectiva, pensar en todas desde nuestra realidad y sin que el privilegio nos ciegue.

Con los que respecta a la relación del feminismo y las mujeres del EZLN Sylvia Marcos (2011) nos dice que:

De todo esto emerge una postura clara desde el zapatismo: la de implementar y ampliar las formas estructurales de su organización para favorecer y crear espacios de autoridad incluyentes de las zapatistas y las mujeres de sus bases de apoyo. A su vez, las zapatistas han sabido apropiarse y reformular muchas de nuestras propuestas feministas por los derechos de las mujeres.

Hay una apropiación de las teorías feministas, pero también una reformulación según el contexto. Como mencionamos antes, la defensa de la comunidad es la base del movimiento, pero para que las mujeres puedan realmente figurar en el han creado espacios separatistas y ha habido apertura para que puedan participar activamente en la política y dirigencia militar, además de eliminar costumbres machistas.

La consolidación del EZLN, se debe en gran parte a la participación de las mujeres indígenas, a su vez, el feminismo ha influido en el pensamiento de las mujeres zapatistas que se han apropiado de algunas teorías, adaptándolas a su lucha, resistiendo no solo como mujeres, sino como indígenas, y llevando a cabo la teoría a la práctica feminista.

Hay mujeres morenas, mulatas, negras y blancas; también rubias y castañas, pobres y ricas, mujeres proletarias, mujeres indígenas; hay mujeres en todos los estratos de la sociedad, y cada una tiene una visión del mundo desde su realidad, pero a pesar de estas diferencias, que son muchas y notorias, todas padecemos la violencia machista, algunas en menor grado, pero todas hemos sido violentadas de alguna u otra forma. Creo que todos los feminismos deben tener el enfoque interseccional, para así poder hablar de un cambio para todas, sin privilegios; como un problema que nos atañe a todas.


Literatura citada

Hernández, A. (2010). El zapatismo y el movimiento de mujeres indígenas en México. Revista del Centro de Estudios Superiores de América Latina (CESLA). México.


Losada, J. y Silva, D. (2017). Ejército de Liberación Nacional: Antecedentes y orígenes. Unidad Subcolombiana de la ciudad de Neiva.


Marcos, S. (2011). Mujeres, indígenas, rebeldes, zapatistas. Feminismos de ayer y hoy. Ediciones Eon. México.


Padierna, M. P. (2003). Mujeres zapatistas: Procesos educativos y participación política (Tesis doctoral). Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. México.




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