Por: Jessica Ramírez Velázquez
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Históricamente, las mujeres han ejercido un papel importante en la atención de los enfermos, principalmente en el núcleo familiar, previo a la creación de las universidades e institucionalización de la profesión médica, para el siglo XVIII, en donde el ejercicio médico ya poseía una estructura bien organizada, era la figura masculina quien predominaba en esta, al igual que con todas las demás actividades económicamente y socialmente significativas, restringiendo a la mujer al cuidado del hogar, y de los hijos.
Sin embargo, la perseverancia de ciertas mujeres, permitieron el estudio de la ciencia y el arte de curar a sus congéneres, superando el rechazo, repudio, menosprecio, discriminación e incluso pena de muerte. Un ejemplo importante de esta condición fue el caso del Dr. James Barry, nacido en Londres en 1795 y graduado como médico en 1812. Se incorporó a la Armada británica en la cual sirvió durante 46 años en diversas partes del mundo, desempeñándose como médico cirujano sin ninguna dificultad o contratiempo. Murió en Malta, en donde se descubrió que había sido mujer.
El objetivo de este artículo es demostrar mediante semblanzas biográficas, la trascendencia femenina en la medicina durante los últimos siglos y quienes fueron las pioneras que incursionaron en la ciencia médica.
Dorothea Christiane Erxleben, de Quedlinburg, debido a su posición económica y social, fue la primera mujer en obtener el grado de doctora en medicina. Público un manifiesto en donde objetaba que las mujeres deberían ser admitidas en las universidades, empero, ninguna otra mujer volvería a graduarse en medicina hasta 1906, en Alemania.
Harriot Kezia Hunt, nació en 1805 en Estados Unidos, decidió estudiar Medicina en Harvard pero el ingreso le fue negado, se desempeñó como enfermera partera, boticaria y ejerció la medicina homeopática. En 1853 con las nuevas ideas feministas en Norteamérica, le fue otorgado el grado de Doctor Honorario del nuevo Colegio Médico de Mujeres de Pennsylvania, y del mismo modo destacó como luchadora por los derechos de las mujeres.
Elizabeth Blackwell fue la primer mujer que se graduó como médica en la medicina moderna, en Estados Unidos. Nació en Inglaterra en 1821, la rechazaron en distintas universidades de prestigio, pero fue aceptada en la G eneva School of Medicine, en Nueva York. Ella manifestó una creencia en la solidaridad femenina, superioridad moral de la mujer, se inquietó por proveer una sólida formación a las mujeres, doctoras y enfermeras, y mantuvo especial interés por la medicina preventiva. Después de graduarse, fue rechazada en los hospitales norteamericanos, viajó a Europa, pero no fue bien recibida, logró mantener amistad con Florence Nightingale, madre de la enfermería, creadora del primer modelo conceptual de la misma y nombrada miembro de la Sociedad de Estadística del Reino Unido en 1860, debido al desarrollo de lo que más tarde serían las estadísticas hospitalarias y quien estableció una escuela para el entrenamiento de enfermeras en el Hospital de Santo Tomás en Londres. Blackwell retorno a Estados Unidos, en 1852, en donde decidió formar una escuela de médicas y un hospital donde ejercieran debido al rechazo que experimentó. Viajó a Inglaterra en donde otorgó conferencias que inspiraron a otras mujeres a estudiar medicina, entre ellas Elizabeth Garrett, ayudó a formar el L ondon School of Medicine for Women, y se desempeñaria como profesora de ginecología en el L ondon School of Medicine for Children, fundado por la misma Elizabeth Garret Anderson, inspirada por Blackwell, estudió enfermería después de ser rechaza en todas las universidades, en el Hospital de Middlesex, aunque posteriormente le prohibieron el acceso, completo tres años de estudio, por lo cual pidió ser evaluada por distintas escuelas para obtener una licencia en medicina, ninguna aceptó, sin embargo noto que la Sociedad de Boticarios, no tenía ninguna prohibición explícita para realizar exámenes a mujeres y así fue como obtuvo la certificación para ejercer la medicina, logrando ser la primera mujer en Inglaterra y Europa en obtenerla.
A pesar de las grandes dificultades para que las mujeres incursionaran, y se les permitiera el acceso a las universidades y a la práctica médica, contribuyeron de manera importante en el desarrollo de esta, una de ellas, fue Helen Brooke Taussig, quien al ser rechazada en Harvard, ingresó a la escuela de Johns Hopkin en donde se graduó, interesándose principalmente en las cardiopatías congénitas cianóticas. Colaboró en la técnica quirúrgica conocida como Blalock-Taussig, utilizada comúnmente para niños con tetralogía de Fallot, que consiste en una anastomosis de la arteria subclavia a la arteria pulmonar. Publicó en 1947 el libro “C ongenital Malformations of the Heart”, que logró ser el concerniente teórico de la cardiología pediátrica y describió lo que hoy se conoce como el síndrome de Taussig, y el síndrome Taussig-Bing, ambas, cardiopatía congénitas.
Virginia Apgar por el contrario se interesó en la especialidad de anestesiología, después de negarle incursionar en cirugía, se graduó en 1929 en la Universidad de Columbia. Gracias a su investigación, Apgar ideó el sistema de evaluación del recién nacido, para valorar la necesidad de alguna maniobra de resucitación, vigente aún en nuestros días.
En México a finales del siglo XIX, la situación de la mujer no era distinta de otras partes del mundo, se reconoce a Matilde Petra Montoya Lafragua como la primer médica mexicana, nacida en la Ciudad de México y quien a sus 18 años se incribio en la Escuela de Medicina de Puebla, aprobando su examen de admisión, sin embargo recibió gran hostilidad de parte de sectores conservadores y radicales de la sociedad poblana, quienes publicaron un artículo abanderado con la frase “Impúdica y peligrosa mujer pretende convertirse en médica”, por lo cual decidió marcharse a la Ciudad de México, se inscribió en la Escuela Nacional de Medicina, y de igual forma fue rechazada. Terminó por escribir una carta al Presidente de la República, Porfirio Díaz, quien envió una solicitud a la Cámara de Diputados para que se actualizarán los estatutos de la Escuela Nacional de Medicina y pudieran graduarse mujeres médicas. El ingreso de las mujeres a la vida universitaria y al ámbito médico, como ya estudiamos, es reciente, y a pesar de que actualmente la proporción de mujeres tanto en Medicina como en Enfermería ha ido en aumento, los retos aún no desaparecen, el hostigamiento sexual en hospitales, el rechazo y desvalorización de las habilidades y capacidades tanto físicas como mentales, para soportar el estrés y la carga de trabajo es muy común, contemplando a la mujer como un peligro laboral y incluso culpando a la feminización de la medicina, por la falta de cobertura en salud. Pero finalmente el bienestar humano habita en obtener un equilibrio entre la vida personal y profesional, y siendo estas necesidades, que se le atribuyen a las mujeres médicas, las mismas que toda persona desearía poder alcanzar, y las cuales, se podrán obtener mediante la eliminación de prácticas vejatorias, discriminatorias y sexistas.
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