Autor: Lizbeth Montserrat Martínez Pimentel
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Introducción
En los últimos años se ha dicho que el “sobrepeso” y la “obesidad” son grandes problemas que enfrenta México, estas cifras se han reportado en su mayoría en mujeres. Aunado a esto, actualmente la “obesidad” ya es considerada una enfermedad, por lo que se han implementado diversas acciones a lo largo del tiempo para “combatirla”. Además, vale la pena resaltar que se han encontrado diversos artículos en donde se señala que este aumento de cifras es debido a que la mujer al desarrollar otras actividades ha “descuidado” el ámbito de su alimentación y la de los demás, culpabilizándola y responsabilizándola (Vargas, 2020).
Ante este panorama, se suma que la mercadotecnia y publicidad han ofrecido al alcance de todas una gran variedad de productos prometiendo “bajar de peso”, “alcanzar la delgadez” reforzando los estereotipos del cuerpo perfecto y provocando una gran insatisfacción corporal; al mismo tiempo que se ha generado un miedo y repulsión a subir de peso o a los cuerpos grandes o “gordos”, generando una discriminación en diversos ámbitos, cada vez más fuerte, contra los cuerpos grandes, esto último recibe el nombre de “gordofobia” (Venegas-Ayala y González-Ramírez, 2020; Bautista-Díaz, et al; 2020).
Por ello, vale la pena profundizar los datos ya mencionados para entender los problemas presentes.
LA OPRESION DEL CUERPO AL GUSTO DEL HOMBRE
La imagen del cuerpo “perfecto” ha cambiado a lo largo de los años según el contexto social, la época, la cultura y la globalización; no obstante, actualmente la sociedad está inmersa en un cumulo de mensajes elogiando la delgadez y el cuerpo sin defectos, ya que incluso se considera que una mujer es “agradable, exitosa, guapa y segura” si cumple con la imagen corporal deseada, conllevando a que las mujeres realicen largas horas de ejercicio, y que incluso realicen dietas extremas o conductas extremas como tomar laxantes o medicamentos no aprobados para bajar de peso que impactan de manera negativa en su salud (Vargas, 2020; Venegas-Ayala y González-Ramírez, 2020).
Aunado a lo anterior, los contenidos publicitarios y el marketing dirigido a mujeres refuerzan los estereotipos de belleza, ya que cada vez incluyen cuerpos “inalcanzables”, lo que está relacionado con el aumento de insatisfacción corporal de las mujeres, o por otro lado, el aumento de artículos o productos enfocados a la delgadez. Es importante mencionar esto, pues el problema de la insatisfacción corporal ha ido en aumento y en países como México han incrementado el número de adolescentes preocupadas de manera excesiva por su imagen corporal, desarrollando conductas de riesgo que pueden llevar a un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), una baja autoestima o perder la confianza corporal (Vengas-Ayala y González-Ramírez,2020).
Referente a los productos cuya finalidad es generar una disminución de peso, vale la pena cuestionarlos desde sus orígenes, ¿quién ha inventado estos productos (pastillas y productos milagro)? ¿Quién ha inventado las dietas? La respuesta es: hombres.
El primer medicamento autorizado para “bajar de peso” fue la metanfetamina en 1947, este funcionaba como supresor del apetito y era potencialmente adictivo, inicialmente fue sintetizado por el rumano Lazar Edelenau, asimismo, encontramos a Mark Reynolds Hughes como fundador de Herbalife, uno de los productos milagro más vendidos a nivel mundial.
En cuanto a las dietas, aquellas más realizadas y promovidas por las nutriólogas y los nutriólogos son:
La dieta mediterránea creada por el epidemiólogo Leland G. Allbaugh en el año 1948; la Dieta Alcalina creada en el siglo XIX por el Dr. Claude Bernard, la Dieta Atkins creada por Robert Coleman Atkins, la Dieta Cetogénica creada por Russell M. Wilder en 1921, la Dieta Paleo creada por Tómas Pulido Galán, la Dieta Sirtfood creada por Aidan Goggins y Glen Matten.
Ante este panorama, cuestionar el trasfondo de las dietas resulta interesante; pues en contraste, cuando han surgido movimientos enfocados a la aceptación corporal, diversidad corporal, la salud en todos los tamaños del cuerpo y a la liberación del cuerpo (en especial de la mujer) ante los estándares impuestos de belleza, la primera crítica es: “la apología a la obesidad”. Un ejemplo es, cuando surge el Body Positive en el año 1996, creado por dos mujeres, ambas trabajadoras sociales: Connie Sobczak y Elizabeth Scott, esto surge como resultado de la muerte de la hermana de Connie, debido a la lucha constante con su cuerpo que la llevó a presentar un trastorno alimentario (Sánchez, 2019); este movimiento apoya la diversidad corporal y reconoce la importancia de lograr general una imagen positiva del cuerpo, una aceptación, sin embargo, la primera critica que recibe este movimiento es que deja de lado la salud al intentar “normalizar la obesidad” (Sánchez, 2019), sin contemplar que 1) no existe una relación causa-efecto entre el peso y la salud, y que por esto mismo, 2) la salud puede estar en todos los tamaños de cuerpo, y 3) la salud depende de muchos otros factores a nivel individual, social, cultural etc.
En resumen, cuando los hombres diseñan contantemente dietas (cuyo mayor consumidor son las mujeres) no hay critica alguna pues se refuerzan los estereotipos, sin embargo, cuando las mujeres comienzan a pausar la réplica de los estereotipos impuestos y se aboga por cuerpos reales y por la aceptación del cuerpo, se acusa de promover la enfermedad (obesidad).
Ante esto, vale la pena citar a Diana Vreeland:
“No le debes belleza a nadie, ni a tu pareja, ni a tus compañeros de trabajo, ni, muy especialmente, a los hombres que te cruzas en la calle. No se la debes a tu madre, ni a tus hijos, ni a la civilización en general. La belleza no es un alquiler que pagas para ocupar un espacio marcado con el cartel de “femenino”"
Por otro lado, ¿Y las dietas realmente funcionan? Se ha evidenciado que las dietas no son sostenibles a largo plazo debido a que implican un cambio radical en diversos aspectos de la vida, además se ha demostrado que el 95% de las personas que se someten a una dieta con el propósito de perder peso, lo terminan recuperando y alrededor de 2/3 partes de esa población termina recuperando más peso del perdido, es decir, no es un cambio sostenible (Bombak, 2014).
Aunado a lo anterior, los estándares de belleza han sido tratados desde el ámbito médico, por ejemplo, “temas como el Botox, los tratamientos anticelulitis, el modelado del cuerpo y las cirugías plásticas”, incluso para personas consideradas gordas (según el IMC con “sobrepeso y obesidad”) la mayoría de las recomendaciones médicas son “bajar de peso” de primera instancia sin antes realizar una revisión completa e integral, incluso se ha evidenciado que la praxis del personal médico es gordofóbica pues consideran a las personas como “débiles, descuidadas y perezosas”. Es decir, reforzar los estereotipos y más hacia una delgadez extrema, crea al mismo tiempo un estigma contra las mujeres gordas (Bautista-Díaz, et al, 2019).
Dejando de lado, los productos milagro o los procedimientos estéticos, las mujeres son las principales consumidoras de dietas donde el propósito principal es bajar de peso, pero las dietas (como se mencionó) no funcionan, ¿entonces cuál es el propósito de la nutrióloga? ¿En qué consiste su praxis? La mayoría de las nutriólogas o nutriólogos creen que su función es esa: bajar de peso a las personas, sin embargo, hay otra mirada de la nutrición, y ésta es: la alimentación intuitiva, nutrición incluyente y la confianza corporal, donde se reconoce que la persona es la experta en su cuerpo y que la salud puede estar (o no) en todos los tamaños de cuerpos, en donde el principal objetivo es acompañar a la persona a sanar su relación con el cuerpo y la comida.
Conclusión
Es necesario evidenciar la opresión del cuerpo de la mujer en diversos ámbitos, incluido en el área de salud, y profundizar en quién ha sido el principal beneficiado por tantos años con las inseguridades de las mujeres, quién ha lucrado con las inseguridades al punto de que la mujer vive cada vez más con insatisfacción hacia su cuerpo, buscando la imagen perfecta sin importar la salud.
Asimismo, reflexionar sobre el papel de los profesionales de salud ante esta praxis tradicional, donde cada vez más se le da una mayor importancia al peso o la apariencia, aunque actualmente no exista una relación entre estas variables.
Referencias
*Bautista-Díaz ML, Márquez Hernández AK, Ortega-Andrade NA, García-Cruz R, Alvarez-Rayón G. (2019). Discriminación por exceso de peso corporal: Contextos y situaciones. Revista mexicana de trastornos alimentarios, 10(1): 121-133.
*Bombak A. (2014). Obesity, health at every size, and public health policy. American Journal of Public Health, 104(2):60–67.
*Sánchez SV. (2019). El Body Positive: Una representación social del cuerpo. Universidad del País Vasco. 1-11.
*Vargas Ortiz, N. (2020). Plus-size women’s representations in advertising: Forever 21 case. Vivat Academia Revista de Comunicación,(151):1- 24.
*Venegas-Ayala, K. S., & González-Ramírez, M. T. (2020). Social influences in a model of body dissatisfaction, weight worry and bodily discomfort in Mexican women. Acta Colombiana de Psicología, 23(1): 7-17.
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